Los colores aparecen para dar forma a aquellos objetos que colecciono. Tal como ellos me seducen, realizo esa primera traducción que consiste en "capturarlos" con la cámara de vídeo, en un doble ejercicio de colección que los reafirma como míos. A partir de este momento, la traducción se convierte en una práctica desbordada y reiterativa, a través del cual dichos colores se descomponen hasta que, casi como un acto de transmutación alquímica, se convierten en códigos que, aunque engañen a la mirada con el efecto ilusorio de la pantalla, reconstruyen al color dentro de una nueva materialidad de lenguajes. Sin embargo, este proceso también es propio el lenguaje mismo, pues, justo como sucede con los colores que pasan de un idioma a otro dentro de su devenir digital, las palabras de "El Coleccionista" de Walter Benjamin atraviesan procesos de traducción análogos que las reconfiguran hasta ser leídas digitalmente de una forma que nos puede resultar tan anómala y extraña como los idiomas virtuales del color.
Back to Top