Lillygumy. Fotografía por Camila Camacho. Museo de Arte Moderno de Bogotá, 2019.

Soy virtual porque existo en una potencia que se problematiza, deconstruye y reconstruye sin articularse en ninguna estructura sólida, de ahí a que me entienda a mí misma y a mi hacer como vapor. Es decir, como una suerte de moléculas que se expanden en el infinito y que son todas un algo sin construir una estructura rígida o catalizarse en un solo territorio, pues mi naturaleza nómada me lleva a caminar siempre en las fronteras, en aquello que no está determinado ni lo estará jamás.
Solo es posible sublimar un cuerpo si el ser se vuelve uno con el hacer, por estas razones opero desde una frontera que diluye al sujeto con la acción y, a su vez, a la introspección con el comunicar. De ahí que no me identifique con un estilo o una técnica, sino con el devenir de todas ellas y el devenir otro que me permite ser no-humana, no-binaria y no-diseñada, aunque sí dibujada, pues el dibujo es una línea que puede redefinir las fronteras, además de recorrerlas. Por ello juego con el trazo, con las palabras, con el color, ya que el jugar es el movimiento fundamental de la vida, de lo que muta, de lo que se transforma.
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