Instalación de grabado. 
Grabados a una y dos tintas, muñecas en acrílico.

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En palabras de John Berger: “Una mujer debe contemplarse continuamente. Casi siempre va acompañada por la imagen que tiene de sí misma”, sin embargo, este doble rol que juega la mujer, como objeto de observación y como observadora de sí misma, entra en tensión en un contexto contemporáneo, en el cual está atrapada entre la carga histórica que la obliga a reafirmar su identidad femenina a través de la ropa que, al otorgarle un estatus determinado, la diferencia de las demás, mientras que se articula en el terreno de lo masivo, en el que, poco a poco, al igual que el hombre, pierde su identidad para estructurarse dentro de la multitud donde simplemente es otro sujeto anónimo estandarizado que se adapta al habitar de una sociedad industrializada. De esta forma, a través del grabado, se evidencia una búsqueda por la identidad femenina dentro de la tensión que atraviesa en nuestro contexto, para lo cual se realizó un rastreo de ropa en publicidades de medias del siglo en el que se fractura la articulación de lo que significa ser “mujer”, es decir el siglo XX, pues esta prenda atraviesa la historia tanto de la ropa femenina como de la sensualidad que conlleva habitar el cuerpo  de la mujer, aquello que, más allá de su función utilitaria de prenda, está hecho para reafirmar el cuerpo femenino como objeto de observación. De esta forma, estas prendas, materializadas a través del grabado, se ponen en juego con una estructura fría de acrílico que, a través del trabajo gráfico digital, evidencia a esa mujer, ya masificada y estandarizada que casi ha perdido su identidad del todo, la cual solo permanece latente a través de la ropa, con lo que, en el día a día, dicha mujer se configura a sí misma como una única reproductible.


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